Como os he comentado muchas veces estube hospitalizada dos meses antes de dar a luz por una amenaza de parto prematuro. La mayoria del tiempo no podia ni moverme de la cama para ir al baño. Para mi ha sido durisimo pasar por esto, pero al mismo tiempo he aprendido mucho de ello.
Desde mi pequeña carcel de 0,80x2m (miden tanto las camas del hospital?) he tenido muchas compañeras de cuarto muchas parturientas, operadas de algun problema uterino, y algunas con riesgo de parto prematuro como yo. He aprendido muchas cosas sobre ellas y sus circustancias medicas, sobre partos, los he vivido en directo de todo tipo, sobre postoperatorios, y medicaciones, sobre maquinas de goteo, de ecografias, de cintos....Incluso habia auxiliares que no se atrevian a quitarme el gotero para cambiarme el camison y como cuando llamas a la enfermera tardan un rato, yo les explicaba como se hacia. Sali formada de mi curso intensivo como para quedarme alli trabajando, hasta me decian las enfermeras que me tendrian que meter en plantilla.
Tambien aprendi cosas que ni me imaginaba que me tocaria, como la utilizacion de una cuña, como se cambian las sabanas de una cama con una persona dentro o como funciona un mando a distancia para mover la cama.
Pero sobre todo aprendi sobre la paciencia, sobre la soledad, sobre soportar el dolor, la falta de intimidad y sobre la esperanza.
Solo me faltaba marcar los dias en la pared con el cuchillo de la mantequilla porque los dias eran laaargos y los contaba no solo por la tortura de estar alli sino porque era un dia que habian ganado mis niños dentro de mi. Tenia contracciones a diario y muchas eran dolorosas y seguidas, tambien tenia muchos dolores en los brazos por las veces que me habian pinchado cada vena para ponerme la medicacion que me quemaba la piel y no aceptaba mucho tiempo en el mismo sitio (y me han quedado las marcas y todo). Sufri mucho con el estreñimiento, tenia que hacerlo en la cama con una compañera de cuarto, a veces pedir a las visitas de ella que si podian salir para hacer mis cosas, y a veces por verguenza me callaba y tenia horribles dolores por esto. Estuve sin lavarme el pelo un mes (y sin ducharme)! para lavarmelo estubo mi tia una hora desenredandomelo. Solo pensaba que era algo temporal, que era por mis niños, pensaba en la gente que tendria que pasar asi mucho tiempo postrada en una cama por una minusvalia o algo asi y me daba terrible pena, yo estaba sufriendo y eso que sabia que no seria mucho tiempo, no queria imaginar lo que sufriria una persona que no ve fin.
Cuando me trasladaron a Bilbao, lejos de mi gente, pase muchos dias sola. Valoro mucho el esfuerzo que hicieron quienes vinieron a verme, algunos que no me lo esperaba y me faltaron otros que si esperaba y no llegaron. Alli una visita, alguien conocido con quien hablar un rato era como un chorro de aire fresco en aquel caluroso septiembre lleno de contracciones y sofocos. Entre mi madre y mi marido se organizaban para que no me faltara visita ningun dia, pero como es logico tampoco pudieron cubrir todo el calendario tanto tiempo, sobre todo porque no tenian coche ninguno de los dos. Y el dia que no venia nadie no podia evitar la llorera (las hormonas digo yo) y la verguenza de que como no estoy sola para llorar te vienen todo el rato a ver que te pasa y hasta me mandaron un psicologo, jeje.
La comida era horrible y repetitiva, solo me alegraba los viernes que era el dia de bollo en el desayuno en vez de los paquetitos de galletas maria. Me traian cosas a escondidas (porquerias, jeje) y me quede con las ganas de pizza. Estube planeando con una compañera pedir una por telefono y que nos la colaran por la ventana (estabamos en el bajo), pero justo esa chica se puso de parto y se me fastidio el plan. Mi flaquito tiene una pizza enorme en una nalga, jajaja.
La parte bonita de todo aquello era la esperanza, como cada dia que pasaba tenia mas esperanza de que todo iba a salir bien, de que mis niños saldrian con suficiente fuerza para vivir y no para tirarlos a un cubo como me dijeron el primer dia que ingrese de 23+4 semanas. Segun pasaba las semanas y los veia cada dia en las ecografias era un poco mas feliz, me sentia un poco mejor por mis niños, con sus aumentos de peso, con sus cambios de postura, con sus bracitos o codos o lo que fuera que salian en mi tripa y se movian de un lado a otro como un aliencito, recuerdo especialmente como golpeaban los cintos cuando me los ponian, jeje, no les gustaban nada (ni a mi tampoco). No me ponian el cinto del latido porque al ser tres y aquello podria ser un concierto de timbales, pero como aprendi a manejar la maquina me cogia el aparato y me ponia a buscarles los corazoncitos. Como era la veterana de la planta me daban esas licencias.
Asi que para mi ha sido como hacer la mili mas o menos. Un paso de transicion en el que sufres un encierro, horarios estrictos, rutinas, que aprendes muchas cosas, que tienes mil anecdotas, que pasas miedo, que echas de menos a los tuyos, que conoces gente muy intimamente y que nunca volveras a ver y sobre todo que entras siendo una persona y sales siendo otra: te conviertes en madre y ya nunca volveras a ser la misma.
Desde mi pequeña carcel de 0,80x2m (miden tanto las camas del hospital?) he tenido muchas compañeras de cuarto muchas parturientas, operadas de algun problema uterino, y algunas con riesgo de parto prematuro como yo. He aprendido muchas cosas sobre ellas y sus circustancias medicas, sobre partos, los he vivido en directo de todo tipo, sobre postoperatorios, y medicaciones, sobre maquinas de goteo, de ecografias, de cintos....Incluso habia auxiliares que no se atrevian a quitarme el gotero para cambiarme el camison y como cuando llamas a la enfermera tardan un rato, yo les explicaba como se hacia. Sali formada de mi curso intensivo como para quedarme alli trabajando, hasta me decian las enfermeras que me tendrian que meter en plantilla.
Tambien aprendi cosas que ni me imaginaba que me tocaria, como la utilizacion de una cuña, como se cambian las sabanas de una cama con una persona dentro o como funciona un mando a distancia para mover la cama.
Pero sobre todo aprendi sobre la paciencia, sobre la soledad, sobre soportar el dolor, la falta de intimidad y sobre la esperanza.
Solo me faltaba marcar los dias en la pared con el cuchillo de la mantequilla porque los dias eran laaargos y los contaba no solo por la tortura de estar alli sino porque era un dia que habian ganado mis niños dentro de mi. Tenia contracciones a diario y muchas eran dolorosas y seguidas, tambien tenia muchos dolores en los brazos por las veces que me habian pinchado cada vena para ponerme la medicacion que me quemaba la piel y no aceptaba mucho tiempo en el mismo sitio (y me han quedado las marcas y todo). Sufri mucho con el estreñimiento, tenia que hacerlo en la cama con una compañera de cuarto, a veces pedir a las visitas de ella que si podian salir para hacer mis cosas, y a veces por verguenza me callaba y tenia horribles dolores por esto. Estuve sin lavarme el pelo un mes (y sin ducharme)! para lavarmelo estubo mi tia una hora desenredandomelo. Solo pensaba que era algo temporal, que era por mis niños, pensaba en la gente que tendria que pasar asi mucho tiempo postrada en una cama por una minusvalia o algo asi y me daba terrible pena, yo estaba sufriendo y eso que sabia que no seria mucho tiempo, no queria imaginar lo que sufriria una persona que no ve fin.
Cuando me trasladaron a Bilbao, lejos de mi gente, pase muchos dias sola. Valoro mucho el esfuerzo que hicieron quienes vinieron a verme, algunos que no me lo esperaba y me faltaron otros que si esperaba y no llegaron. Alli una visita, alguien conocido con quien hablar un rato era como un chorro de aire fresco en aquel caluroso septiembre lleno de contracciones y sofocos. Entre mi madre y mi marido se organizaban para que no me faltara visita ningun dia, pero como es logico tampoco pudieron cubrir todo el calendario tanto tiempo, sobre todo porque no tenian coche ninguno de los dos. Y el dia que no venia nadie no podia evitar la llorera (las hormonas digo yo) y la verguenza de que como no estoy sola para llorar te vienen todo el rato a ver que te pasa y hasta me mandaron un psicologo, jeje.
La comida era horrible y repetitiva, solo me alegraba los viernes que era el dia de bollo en el desayuno en vez de los paquetitos de galletas maria. Me traian cosas a escondidas (porquerias, jeje) y me quede con las ganas de pizza. Estube planeando con una compañera pedir una por telefono y que nos la colaran por la ventana (estabamos en el bajo), pero justo esa chica se puso de parto y se me fastidio el plan. Mi flaquito tiene una pizza enorme en una nalga, jajaja.
La parte bonita de todo aquello era la esperanza, como cada dia que pasaba tenia mas esperanza de que todo iba a salir bien, de que mis niños saldrian con suficiente fuerza para vivir y no para tirarlos a un cubo como me dijeron el primer dia que ingrese de 23+4 semanas. Segun pasaba las semanas y los veia cada dia en las ecografias era un poco mas feliz, me sentia un poco mejor por mis niños, con sus aumentos de peso, con sus cambios de postura, con sus bracitos o codos o lo que fuera que salian en mi tripa y se movian de un lado a otro como un aliencito, recuerdo especialmente como golpeaban los cintos cuando me los ponian, jeje, no les gustaban nada (ni a mi tampoco). No me ponian el cinto del latido porque al ser tres y aquello podria ser un concierto de timbales, pero como aprendi a manejar la maquina me cogia el aparato y me ponia a buscarles los corazoncitos. Como era la veterana de la planta me daban esas licencias.
Asi que para mi ha sido como hacer la mili mas o menos. Un paso de transicion en el que sufres un encierro, horarios estrictos, rutinas, que aprendes muchas cosas, que tienes mil anecdotas, que pasas miedo, que echas de menos a los tuyos, que conoces gente muy intimamente y que nunca volveras a ver y sobre todo que entras siendo una persona y sales siendo otra: te conviertes en madre y ya nunca volveras a ser la misma.