Las imágenes hablan por si solas (es mi flaquito). Este video y de sus hermanos me lo enseño mi marido cuando todavía no los había visto en persona. Me pareció hasta grande viéndolo en el móvil de mi marido. Pero al dia siguiente cuando los vi en directo me impresionó mucho lo pequeño que era porque en las imágenes parece más grande (la tele engorda ya sabéis) y lo unico que podía hacer es ir de incubadora en incubadora con mi silla de ruedas llorando a moco tendido.
Es una experiencia durisima ver a tus hijos así, todavía veo las imágenes y me emociono. Me daba inmensa pena que tubieran una via en el brazo porque yo la había llevado dos meses y sabía lo que dolia y molestaba y me parecía injusto que una criaturita que acaba de llegar al mundo tubiera que pasar por ese sufrimiento. En las imágenes todavía no la llevaba porque les alimentaban al principio por el ombligo y luego pasaron a ponerles suero en el brazo y una sonda en la boca. Les veía heriditas de pinchazos por las piernas, en la cabeza, en los brazos...cada pinchazo me dolía por dentro, es algo que no se puede explicar.
Con el tiempo te acabas acostumbrando a los pitidos de las máquinas de respiración y de las constantes, pero los primeros dias se te ponía el pulso a mil cuando a tu niña le daba una taquicardia y empezaba a pitar una máquina o cuando dejaban de respirar por unos segundos y pitaba otra. O cuando estaba tocando la manita de uno tranquilamente y de repente pitaba alguna máquina del otro y me iba corriendo a ver que pasa. Esos pitidos me ponen la piel de gallina cuando los oigo en los videos porque me recuerdan aquellos sentimientos de pánico.
Es muy duro sólo poder tocar a tu hijo a trocitos, acariciar un poco de moflete entre la goma del respirador y el gorro, un poco de brazo sobre la pegatina de la via o un poco de pecho entre el pañal, que le queda enorme ,y las pegatinas de las costantes. Lloro incluso ahora mientras escribo esto porque es algo que no he curado y no se si curaré algún dia. Sólo los papis de bebés prematuros pueden entender este dolor que llevamos dentro. De preguntarte cada dia si estan bien o no, cada noche lejos de ellos pensando que si le pasa algo a alguno estás a 60km y puede que no te enteres hasta el dia siguiente, de no saber si lo superarán todos o se quedará alguno por el camino, de verles el dolor en su llanto de gatito, su mirada de súplica y no poder hacer nada más por ellos, el no poder llevármelos escondidos dentro de mi ropa, cuantas veces fantaseaba con esa idea... cuantas horas he pasado con uno de ellos sobre mi pecho dormidito y me dolía todo el cuerpo de la postura y no me quería mover por no molestarle o que se despertara porque luego me tendría que separar de nuevo hasta el dia siguiente, cuantas horas observándolos y hablandoles, dandoles animos y llorando por dentro y a veces por fuera...
Ahora les miro y me parece incleible que sean los mismos que aquellas cositas delicadas y frájiles. Y sólo puedo pensar: Dios es grande.